sábado, 22 de febrero de 2014

Lo que el Papa puede y no puede cambiar

Cuando hablamos de la enseñanza de la Iglesia nos movemos siempre en distintos niveles, doctrinal, moral, disciplinar, natural, revelado, etc. No es necesario que todos los católicos conozcan la diferencia pero me extraña que algunos sacerdotes y teólogos la desconozcan o al menos la ignoren.

La divinidad de Cristo, la virginidad de María o la transubstanciación son dogmas de fe, la nulidad matrimonial evidentemente que no lo es.

El celibato de los sacerdotes, el ayuno eucarístico o el idioma de la Misa son cuestiones meramente disciplinarias que podrían cambiar cuando el Papa lo quiera, pero la nulidad matrimonial o la comunión de los divorciados no lo es.

¿Qué cambios podemos esperar del próximo sínodo sobre la familia?



Sí hay cosas que podrían cambiar, todos coinciden en que la "simplificación del proceso" de nulidad matrimonial es una de ellas, ya hemos hablado de algunas de ellas en un post anterior: Se puede suprimir la segunda instancia, se puede simplificar el proceso, se puede mejorar la eficiencia de los tribunales.

Creo que hay mucho que cambiar en cuando al trato que a los divorciados y vueltos a casar se les da en la Iglesia, debe ser muy cercano y comprensivo, una compañía "especializada", reconocer y valorar el dolor que esta situación les produce, tratar de iluminar su específico camino de santidad en estas circunstancias, etc. Hay proyectos como grupos de oración con divorciados que apuntan en esta dirección.

Comulgar es agua de otro costal. Hablamos de recibir el Cuerpo de Cristo, participar de la Eucaristía que es la fuente, el corazón de la Iglesia. En este sencillo -y al mismo tiempo sobrecogedor- gesto hay muchas implicaciones "dogmáticas", sí, dogmáticas, de las que no se pueden cambiar.

La presencia verdadera de Cristo en la Eucaristía y la necesidad de estar en "gracia de Dios" para poder recibir con fruto la Comunión son dos de ellas. Recordemos lo que dice San Pablo: “quien come el Cuerpo de Cristo indignamente, come su propia condenación” (1 Cor 11, 27).

Por parte de los divorciados y vueltos a casar -civilmente- las implicaciones dogmáticas afectan a la indisolubilidad del matrimonio proclamada por Cristo en el Evangelio y por el Nuevo Testamento repetidas veces:  "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio" (Mc 10, 12), "de modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre" (Mc 10).

No parece que el Papa vaya a enmendar la plana a Jesucristo o a San Pablo por mucho que se empeñen los medios.

La conclusión es clara: ¿Podemos esperar cambios del próximo Sínodo de Obispos sobre la Familia? Sí. ¿Estos cambios afectarán a la posibilidad de comulgar para los divorciados y vueltos a casar? Rotundamente no.

Scripta manent, dentro de unos meses -años tal vez- podremos revisar este post para comprobar, cuando las voces de los medios callen, que la doctrina de Jesucristo sigue inalterable gracias al trabajo fiel del Papa jesuíta y a la custodia del Espíritu Santo.

2 comentarios:

  1. Según su post un matrimonio equivocado ninguna de las dos partes, hombre o mujer, tiene de nuevo la oportunidad para poder ser feliz al lado de otra persona.

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    1. Yo diría más bien que el matrimonio puede ser válido o nulo pero nunca equivocado y que lejos de la verdad del matrimonio y la Verdad de Jesucristo no se puede ser Feliz.

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